6 de abril de 2008

Una (posible) poética

Transcribo este texto, publicado en una lista literaria (Factor Serpiente), con el debido permiso de su autor, ya que su lectura me produjo numerosas inquietudes e interrogantes. Pero antes de ir a por ellas, prefiero exponer sin más el texto, que no necesita, por cierto, demasiadas presentaciones.

LOS POEMAS ACTUALES QUE ME GENERAN REPAROS:

Los poemas plañideros que siguen usando el recurso de dirigirse a un "tú".

Los poemas poéticos.

Los poemas emotivos cuando no deben.

Los poemas que no emocionan cuando deben.

Los poemas afectivos sin pudor.

Los poemas pudorosos sin afecto.

Los poemas recostados en la adjetivación.

Los poemas que dejan ver el esfuerzo del que los escribe.

Los poemas pasibles de ser recitados, o que delatan la voluntad recitativa de su autor.

Los poemas que hablan directamente de su objeto.

Los poemas escritos con expectativas.

Los poemas cuyas entrelíneas no dicen nada.

Los poemas que no respiran.

Los poemas que no producen misterio alguno.

Los poemas escritos desde la cultura general.

Los poemas que luego de un hallazgo, decaen sin remedio.

Los poemas tediosos.

Los poemas pretenciosos.

Los poemas afanosamente cálidos.

Los poemas deliberadamente fríos.

Los poemas obvios.

Los poemas innecesarios.

Los poemas superabundantes.

Los poemas de las personas normales que quieren dejar de serlo.

Los poemas de las personas aburridas que quieren dejar de estarlo.

Los poemas de los que no toman riesgos.

Los poemas de los que no entienden que es tomar riesgos.

Los poemas escritos para agradar.

Los poemas escritos para impresionar.

Los poemas que no deliran en el momento justo.

Los poemas de los que no son poetas, y no lo saben.

Miguel Ruibal

Lo más llamativo del caso no es tanto el interrogante que queda flotando tras leer esto (es decir, ¿qué poesía queda entonces? ¿queda algo pasible de ser llamado poesía si se evitaran cuidadosamente todos estos reparos? Quizá sí, pero, ¿a qué precio? Me reservo esta cuestión para otro momento), sino el hecho de que quien hace estas ácidas y justas observaciones no es un poeta (al menos no se ha declarado como tal en la lista y si escribe no nos enviado sus textos) sino un fotográfo y dibujante (si pinchan aquí, verán sus fotos; si aquí, sus dibujos). ¿Acaso el provenir de otra rama de arte le permite ver con mayor objetividad los notorios vicios de los que adolesce buena parte de la poesía que se escribe hoy día (y de la que, quizá, se escribió siempre?). ¿Acaso tener otras herramientas de trabajo, otra forma de hacer arte le permite a Ruibal una nitidez que a quienes estamos inmersos en el "devenir poético" nos es vedada? Tal vez.
Tal vez alejarse y mirar con perspectiva sea la clave. Sin endiosamientos rídiculos. Sin suponer que lo que hacemos es genial por el mero hecho de hacerlo. O mejor dicho: es genial mientras lo hacemos pero una vez hecho habremos de tener la suficiente valentía para o bien descartarlo por cursi, remanido, gastado, trillado, mil veces visto o bien para seguir trabajándolo con la esperanza de hacer brillar la gema que suponemos (y deseamos ardientemente) allí escondida. Éste es el paso que los poeñoños se saltan con su candor irresoluto: si es cursi o trillado, no importa; mejor, es su razonamiento, le va a gustar a más gente (claro, a la gente que no lee poesía "de verdad" -qué mal suena esto pero no encuentro otra manera de decirlo en este momento- y que sólo se alimenta de la cursilería ñoña al uso que nos quieren vender como 'poesía'); por otro lado, si hay, hubiera o hubiese una gema, por pequeña que fuera, escondida en sus pobres versos, tampoco están dispuestos a hallarla, mucho menos a frotarla hasta que entregue todos los brillos y esplendores posibles, porque la poesía, ese sacrosanto producto del "corazón", "no se corrige" (este argumento en ocasiones se refuerza con la invocación a alguna supuesta figura de autoridad, i. e., "Neruda/Benedetti/o cualquier otro poeta reverenciado por los poeñoños no corrigen"; dislate grande como una casa, y fácilmente rebatible, pero vaya usted a convencerlos de que sus dioses poéticos corrigen como cualquier poeta o artista que se precie de tal a los poeñoños!).
Tal vez tener a la vista los reparos de Ruibal no sea desatinado. No al momento de escribir, sino después, al momento de corregir. Y acaso fabricar nuestra propia lista de reparos tampoco sea desatinado, sino que, por el contrario, podría funcionar como una brújula para los momentos en que el élan poético nos arrastra con su vendaval y perdemos la noción de donde estamos, cosa que suele ocurrir con frecuencia. Como le decía yo a Ruibal en mi pedido de autorización para usar su texto, "lo que me genera reparos a mí es qué poemas quedan una vez que eliminamos todos estos... sin embargo a mí también me generan reparos la mayor parte de los que citás aquí, y más todavía porque he incurrido en muchos de ellos (y calculo que sigo incurriendo) con gran asiduidad a lo largo de los años... En fin. Un poco de autocrítica nunca está de más".
Autocrítica, rigor, labor limae, corrección infinita y constante, técnica, oficio, nulla die sine linea... cucos horribles para los poetas terapéuticos, para los que se creen poetas y no lo son, para los que aún proclaman que la poesía no es literatura (será entonces brain surgery, rocket science, mecánica de los fluidos, vaya uno a saber...), para los que suponen que escribir poesía es lo mismo que soplar y hacer botellas.