A ver: hace rato que quería hablar de esta infradotada pero nunca se presentaba la oportunidad. Hoy, mientras estaba en el trabajo, una amiga me acercó la noticia: la Secretaría de Cultura de la Nación (nada menos) habría premiado (uso el condicional porque ahora parece que no es así) a la "vedette" (si me preguntan, vedette para mí era Nélida Lobato, incluso hasta Moria Casán en sus comienzos y no estas arrastradas de ahora, pero bueno...) Belén Francese, por (agarrensen de las manos porque esto es mor-tal) "incentivar a los adolescentes a la lectura y el arte posmoderno".
¡Mi Dios querido! ¿Qué carajo será el "arte posmoderno"? me pregunto compungida. ¿A qué se referirán con "incentivar a la lectura" si sus textos son meramente jueguitos de palabras propios de un niño de corta edad? ¿Y por qué sólo se refieren a una porción etaria tan inestable como los "adolescentes", quienes por regla general no agarran un libro a menos que sean emos o seres traumatizados desde pequeños? ¿Acaso alguien puede creer semejante barrabasada, semejante estupidez, semejante bochorno?
Y sí. Cuando se piensa en la barrabasada, estupidez y bochorno que se hizo para un evento tan magno y trascendental como la Feria del Libro de Frankfurt (donde en lugar de pensar en los representantes más obvios y preclaros de la cultura nacional, como 1) Borges, 2) Cortázar y 3) -aunque no es santo de mi devoción precisamente, pero pongamos- Sábato, se pensó en Maradona, Evita y no sé qué otras "figuras" más), no resulta extraño que a algún iluminado se le ocurra premiar a esta tirapetes, como diría un compañero de trabajo.
Pero no perdamos precioso tiempo ni gastemos pólvora en chimangos. Ya se sabe que este país es una joda y que los dueños del circo siempre son otros (y son, básicamente, siempre los mismos). Si le quieren dar un premio a esta bi-neurona siliconada, esta Leuconoe (*) posmoderna, perfecto. Si es, como se dijo luego, una movida de prensa, peor aún, pero no es eso en realidad lo que a mí más preocupa (aunque todo esto me provocó una sensación de incredulidad mezclada con desolación e impotencia, y a la vez funcionó, a Dios gracias, como un incentivo más para perseverar en mi camino de la búsqueda constante de la superación, de la precisión, de la concisión, de la belleza y del saber...). Lo que más me preocupa es que alguien pueda llegar a creer que las pelotudeces rimadas que, supuestamente, escribió esta lumbrera de la calle Corrientes (me permito dudar que haya escrito ni una sola vocal, pero, bueno, no tengo pruebas...) es poesía.
Y no es exagerado creer que eso es posible, porque en el imaginario de la gente, la poesía suele ser una cosa medio indefinible que, sin embargo, se destaca por la rima, un detalle menor, a decir verdad, pero inculcado seguramente por los años y años de machaque escolar con la maquinita ritmíca de la rima a cualquier precio. Y de eso es, en realidad, de lo que quiero hablar. Quiero contarles a todos aquellos que se aventuren por aquí que NO es la rima, ni siquiera son los versos, los que definen, técnicamente hablando, qué cosa sea un poema. Y aquí me veo ya a los supuestos irreverentes del verso, a los libérrimos poetas del sentimiento, a mis queridos poeñoños rasgándose todas las vestiduras con sus afiladísimas plumas al grito de "nadie puede definir qué es un poema, qué es eso de definir técnicamente un poema, no hay técnica en esto, no hay reglas, sólo el hondo sentir del sentimiento del poeta, blah, blah, blah". Bueno, queridos, bufen, y bufen mucho, porque sí hay reglas, sí hay técnicas, sí hay procedimientos y sí hay maneras de saber qué es un poema y qué no lo es, aunque, desde luego, persista siempre un halo de magia y misterio que escapará irreversiblemente a cualquier intento de definición (pero eso pasa con cualquier rama del arte y con cualquier cosa que, en última instancia, tenga que ver con el ser humano y lo que lo rodea).
Vamos a clarificar un poquito la cosa. Cuando aquí yo hablo de poesía, me refiero siempre a la poesía lírica. Me refiero a los textos que pueden ser pasibles de ser definidos como textos poemáticos líricos y no como simples textos poemáticos o, bien, textos versificados. Porque el hecho de que un texto esté escrito en verso e incluso que rime NO significa, técnicamente hablando, que se trate de un poema lírico. Daré un ejemplo clarísimo: todos deben conocer esos versos que rezan "Treinta días trae septiembre / con abril, junio y noviembre...". Bien. ¿Es eso un poema lírico? No: es un texto poemático versificado. ¿Por qué no es un poema lírico? Porque no transgrede un esquema discursivo anterior. Lo que diferencia un texto "en verso" de un poema lírico es justamente eso: que el texto lírico siempre (y cuando digo siempre, quiere decir SIEMPRE) transgrede, subvierte, transforma, muta, retuerce, exprime, subleva y varios verbos por el estilo más, un esquema discursivo previo, cualquiera sea éste y de todos los modos imaginables: fonemática, sonora, espacial, semántica y sintácticamente hablando. Por eso "Poesía eres tú" de Bécquer es un poema lírico (porque retuerce o resignifica o refuncionaliza un diálogo entre un hombre y su enamorada) y no un texto versificado como sí lo es "Treinta días..." o las pelotudeces atómicas que publicó Francese.
Entonces... cuando se entienda la diferencia entre una cosa y otra, se comprenderá también por qué suelo enojarme tanto con los poeñoños y por qué me da tanta pena ver que nadie o que muy poca gente se revienta el lomo laburando en sus textos, que casi nadie se toma en serio su oficio, que casi todos creen que esto de escribir es soplar y hacer una botellita atrás de la otra, todas siempre igualitas, como si fuera una fábrica de caramelos... No, señores: el poeta no es un reproductor asintomático de lo que ve, el poeta no es un periodista romántico que escribe versitos para conformar a los piqueteros ni es un héroe que cree que va a salvar al mundo ametrallando dictadores con poesía.
El poeta apenas puede con su propia salvación y lo único que quiere cambiar es su propia forma de decir para poder decir aquello que le bulle en las entrañas como un ronco volcán del modo más claro posible (eso que, de todos modos, se le escapará, porque el lenguaje, que es su ÚNICA MATERIA, es intrínsecamente opaco, ambiguo y fascista, y nunca le permitirá decir lo que él realmente quiere decir..., pero no importa; el poeta, si es un poeta de verdad, perseverará, resistirá, eludirá todas las trampas, le pondrá a su vez otras al lenguaje y no cejará jamás en su intento). El poeta puede jugar infinitamente con las palabras y con el lenguaje e incluso permitirse rimas más pelotudas e infradotadas que las de Francese pero con la gran diferencia de que siempre se va a tomar muy en serio su quehacer, que no es otro que el de avivarnos, el de decirnos "carpe diem!" a cada instante, porque la vida es justamente eso, un instante y se va, ya se fue, ya pasó y nosotros, entretanto, ¿qué hicimos?
Si alguna función debe tener el arte en general o la poesía en particular, creo que ha de ser esa: alertar de la fugacidad y de la belleza de la Creación. Y aunque todos puedan poner por escrito (que NO es lo mismo que escribir) sus impresiones al respecto, sólo aquellos que tengan el talento, el tesón y la resistencia necesarias lograrán transformar esas impresiones en algo trascendente, en algo que quizás (y sólo quizás) pueda ser digno de ser llamado arte algún día.
(*) Leuconoe: del griego "leuco", blanco, y "nous", pensamiento. Traducido: "mente en blanco" (una forma fina de decir, gracias a Horacio, estúpida).