10 de julio de 2009

Lean y aprendan, con Joan Margarit

Las palabras que siguen, extraídas de una nota sobre el poeta catalán Joan Margarit, tienen, a mi entender, no sólo gran sensatez sino una gran enseñanza. Por eso, lean y aprendan:

El Premio Nacional de Poesía 2008 acaba de publicar Nuevas cartas a un joven poeta (Barril & Barral, Proa, en catalán). Un volumen no apto para los que esperen encontrar el aliento necesario para convertirse en poetas. "La poesía no regala nada. Los poemas malos son residuos, ensucian el mundo y no son ni inocuos. Ser poeta es una decisión muy grave, muchos se la toman a coña porque son jóvenes, pero luego ves a hombres que pasan de los 50, amargados y cascados que llevan toda la vida escribiendo malos poemas. Si decides ser poeta, tienes que ir a por todas", argumenta el maestro.

A los que quieren penetrar en el laberinto de los versos les brinda dos recomendaciones: conocer a los clásicos y copiar muchos poemas a mano. En su caso, los de Neruda fueron una obsesión. "Fue el vicio de mi juventud, pero Neruda hizo mucho daño... El poeta debe entrar en los maestros pero también debe saber salir, como en los temas amorosos. Querer mucho una cosa es querer una repetición. Enamorarse es la esperanza de que tú y yo hagamos algo repetidamente sin cansarnos. Sin la repetición, el acto amoroso no existe. Y eso es lo que pasa con la poesía. Neruda es un gran seductor, y si te enamoras de un seductor lo pasas fatal. Neruda es un río de posibilidades y no me liberé de él hasta que le encontré el punto flaco", dice antes de un breve silencio para tomar aire.

"Neruda tuvo una hija discapacitada. En 1936, cuando estalló la guerra, aprovechó para mandar a Holanda a su mujer y a la niña. Lo hizo porque estaba liado con Delia del Carril, la pintora argentina. Y ahí me dije: Joan, esto no funciona. Un hombre que no se ha dejado ni las papeleras, que ha hablado de Stalin y ha escrito odas a todo, ¿no se acordó de esa niña?. Esa es la grieta. Después de Neruda, ningún otro seductor me hizo sufrir", confiesa risueño. Así es Margarit, capaz de desvelar el misterio del amor a la vez que desarma a Pablo Neruda.

Si algo me hacía falta para que Neruda terminara de caerme antipático era enterarme de algo así. Concedo en que ha escrito un puñado bastante interesante de versos para recordar y hasta algunos poemas muy buenos, pero en general me parece un poeta bastante limitado y el fanatismo que produce en la gente que no escribe poesía se me hace tan sospechoso como el que le profesan al finado Benedetti...