25 de julio de 2024

Poesía es subversión

Van apenas tres clases, pero ya estoy con un nivel de manija tremendo, así que creo más que oportuno reflotar este blog ahora que he vuelto a dar taller de poesía, gracias a los buenos oficios de mi maestro Marcelo di Marco, quien puso a mi disposición toda la comunidad y los recursos del Taller de Corte y Corrección. Esta mañana recordé una diatriba que escribí en 2016, a propósito del escaso riesgo, el nulo atrevimiento y la espantosa inanidad que me tocaba ver en buena parte de los poetas contemporáneos... sucedía entonces que reseñaba libros de poesía para Sólo Tempestad y no pude aguantar más tanto vocablo vacío. Por razones que desconozco el sitio web de Sólo Tempestad está caído, ha caducado su hosting o vaya uno a saber, el caso es que las reseñas y aquella diatriba ya no están en la web, así que qué mejor oportunidad que esta para traer de nuevo al ruedo aquella miniatura tan combativa y continuar en el camino del Poema. 


Poesía es subversión


Esto no es un reseña. En todo caso, el editor en jefe de Sólo Tempestad decidirá qué es. Pero estas palabras y pensamientos surgen a raíz de la lectura de uno de los libros que él, en su magnanimidad y sapiencia, me encargó reseñar y que, desde luego, no será nombrado, porque lo que interesa es hacer hincapié en otra cosa (no insistan, no revelaré qué libro fue: aprendan a convivir con la curiosidad).
Cuando me embarqué en la inquietante tarea de reseñar libros de poesía, imaginaba que esto podía suceder; creo que esa fue una de las razones que me impulsó a hacerlo: probemos, me decía a mí misma, que estoy equivocada, que lo que podemos llamar “poesía contemporánea”, a falta de mejor nombre, no es esa masa de palabras más o menos articuladas que no suelen decir(me) nada; probemos que el problema lo tengo yo, que crecí leyendo a Alfonsina Storni –y que todavía la sigo leyendo y me sigo emocionando y pensando que jamás lograré escribir ni un remoto verso así–, que mi sensibilidad es ¿obsoleta? ¿demodé? ¿anticuada? ¿anacrónica? (tache lo que no corresponda); probemos que me faltan lecturas actuales, que hacerle caso a mi amado W. G. Sebald no es buena idea (Sebald dijo, anoten, que no hay que leer ni a los contemporáneos ni a los amigos), que no tengo elementos para ¿vislumbrar? ¿justipreciar? ¿entender? (pero qué hay que entender, si ya dijo también mi amado Baldomero Fernández Moreno que ante la poesía tanto da temblar como comprender) la poesía que se está haciendo ahora, ahora mismo, mientras escribo esto y mientras yo misma, a los porrazos, como puedo, escribo mi ¿obsoleta, demodé, anticuada y anacrónica? poesía. Probemos que no soy una fundamentalista recalcitrante que sólo quiere poemas que la arranquen de este mundo (como los de Alfonsina, como los de Olga, como los de Alejandra, para completar la consabida tríada nacional, como los de tantos otros poetas que para qué nombrarlos); probemos que no fue en vano haber estudiado Letras y haber hecho los suficientes talleres literarios y clínicas de poesía como para carecer de herramientas para extraer el/algún sentido de cualquier texto; probemos que se equivocan los que creen que soy inflexible, que soy un monstruo cebado de clasicismo, que sólo puedo apreciar y festejar aquello que se ciñe al canon (¿cuál canon?) y a los moldes preestablecidos; probemos, en definitiva, que la poesía es innúmera, que sus formas son inagotables, que su campo de acción es infinito, que hay sitio para todos.
Y lo que voy viendo, a medida que leo a los contemporáneos, que investigo, que procuro entender qué pasa (pero tal vez no pasa nada y he ahí el punto) es que sí, el problema lo debo tener yo, no cabe duda; que mi sensibilidad poética se ha formado en las ahora remotas aguas de estéticas perimidas u olvidadas (hermosas aguas darianas, machadianas, salinianas, entre otras); que sin ningún lugar a dudas debo ser una fanática acérrima del poema que te derriba como un rayo, que te envuelve en su luz y te transforma, del poema que te deja sus versos tatuados en cada rincón del cuerpo, del poema que te hace temblar al releerlo, del poema que te muestra el mundo como jamás lo habías visto, del poema que dice exactamente lo que vos querías decir y nunca encontrabas las palabras para decirlo (como sostenía Girri), del poema que no deja ni la más mínima cosa en su lugar, que todo lo cubre con su presencia… Siendo así, pidiendo tanto, es cierto (pero se pide porque se sabe, hay una millonada de pruebas al canto, que la poesía puede y debe lograrlo), esperando tanto de una cosa tan frágil y poderosa a la vez como un poema, no es de extrañar que me sucedan estas cosas a la hora de reseñar poesía contemporánea y/o actual.
¿A qué me refiero cuando digo “estas cosas”? Me refiero a esta espantable sensación de inanidad, de que el mundo sigue igual, de que nada me fue revelado –en el sentido más atávico del término–, de que ni siquiera logré atisbar más que alguna imagen bella (bella pero anodina) tras leer el poemario. Quizás rescato, a las perdidas, un poema o dos pero ni siquiera del modo visceral e indubitable en que yo considero debe atraparnos un poema. ¿Quiere decir todo esto que el libro que Méndez me encargó reseñar es malo? No. Lo que quiere decir, como ha dicho un director de cine mexicano, es que no ha sido escrito para mi tribu. No habla mi idioma. No me deja pasar o yo no logro encontrar el hueco, la hendija que me permita penetrar su opacidad. Me deja mirando alguna imagen, pero nada más. Como si admirase, sin mayor compromiso, una pintura expuesta en un museo. Todo aséptico e impersonal. Todo horrible y lamentablemente posmoderno.
Para mí, la verdad, es muy poco. Espero, quiero, deseo e imploro de la poesía más, mucho más, algo que, al parecer, los poetas contemporáneos o no están dispuestos a dar o no les interesa en lo más mínimo. Si es así, qué lástima, porque la poesía es subversión o no es nada.

Septiembre de 2016

22 de agosto de 2015

Rumiando el regreso

Creo que dejé de postear en este blog porque sentía que ya no había mucho más por decir. Sin embargo, como el enojo es un buen combustible para la escritura, creo que, en realidad, todavía queda mucho por decir. Como ante todo esta es una tribuna de opinión sobre la poesía y el quehacer poético, creo que todavía hay bastante tela para cortar por aquí. Por eso, después de cuatro años de silencio retomo este rincón y vuelvo a enarbolar la bandera de la poesía por sobre todas las cosas. De lo que yo creo, supongo, entiendo, concibo y sé que es la poesía. Otros tendrán otras opiniones, saberes o creencias: allá ellos. Harían bien en tener su propio blog y decir allí lo que se les cante, tal como yo hago en este.
Lo cierto es que lo que tanto me enojaba en el 2008, cuando inicié este blog, me sigue enojando hoy día. Pero si antes me enojaba sintiendo una gran acrimonia contra los poeñoños y lacras semejantes, hoy tengo una actitud cercana a la resignación y creo que esa es una buena razón (otra) para reflotar esta barcarola: para no ceder a esa horrible sensación de "total, para qué, si nadie escucha, si nadie lee...". No importa. Yo seguiré. Porque el problema mayor, según lo veo, sigue estando ahí: los poetas ñoños, los primerizos y, principalmente, los ciberpoetas NO LEEN POESÍA. Leen o bien sus propias producciones o bien producciones de otros poeñoños y ciberpoetas igual de horribles y nada más. No saben (no quieren saber, me consta) que hay más de dos mil años de poesía detrás de nosotros. No creen (no quieren creer) que ya todo ha sido dicho y que no hay nada nuevo bajo el sol. No les entra en la cabeza que caer una y otra vez en las frasecitas de poster, en los lugares comunes y todo lo que he denunciado en este blog con brutal sarcasmo NO es hacer poesía. Hacer poesía (y valga el pleonasmo), mis amigos, es otra cosa. 
Intentaré, en lo sucesivo, ir develando de qué se trata esa "otra cosa" que yo creo (y sé, tras casi 25 años de práctica ininterrumpida) es la poesía. 

8 de agosto de 2011

De cómo hacer lobby (literario)

Sí, el lobby literario también existe. Calculo que no estoy diciendo ninguna novedad, pero nunca, hasta hoy, había tenido el desagrado de verlo con mis propios ojos. La operación es tan simple como macabra: alguien que se autodenomina "poeta" (sin el más mínimo mérito para ello) induce (vaya a uno a saber con qué artes, aunque es fácil suponerlo) a un par de amigos/conocidos/etc. para que escriban un artículo demostrando la inexistente valía poética de la personaja en cuestión. Resultado: un "artículo" que uno no sabe si es una pura joda entre amigos (como las que hacían Alejandra Pizarnik y Sylvia Molloy hace cuarenta años o más) o si realmente están hablando en serio. Porque si están hablando "en serio" entonces sí que estamos al horno. Con fritas. 
Si están hablando "en serio" están legitimando, no importa que sea desde una revista electrónica y con nula o escasa llegada a un público más masivo (igual sabemos que el público de la poesía siempre será minotario), un modo de hacer poesía que al modesto entender de esta servidora no tiene nada (pero nada) que ver con la poesía. Están legitimando la pavada. Están legitimando el fraude. 
Hay quien se pregunta si no será que nosotros (los que no hacemos lobby) no nos estaremos perdiendo de algo. Si no será que "no entendemos". No creo que sea así. Me precio de tener una mente racional, bien dispuesta al entendimiento. Me precio de tener un espíritu que goza con la poesía tanto como con la música y con muchas otras manifestaciones artísticas del ser humano. Me precio de haber leído algo. Incluso me precio de haber estudiado unas cuantas asignaturas en la universidad. Y más todavía, me precio de tener algo genuino (y no humo, como estos mercachifles) que transmitirles a quienes todas las semanas asisten a mis dos talleres. Por ende, no creo "no estar entendiendo algo" al suponer que esta idiotez que nos quieren vender como poesía sea poesía. 
Resumo: el próximo mes se celebrará el Festival de Poesía de Rosario, un evento que se supone "serio", bien organizado, ajeno a los cotorreos porteño-palermitanos, etc. Quizá resulte que no era tan así. Un colega (Eduardo Espósito) ha levantado su voz en Facebook y otros medios acerca de este próximo festival: al parecer, una de las "estrellas invitadas" será la ¿poeta? Fernanda Laguna, también conocida como Dalia Rosetti. Para quienes no estén familiarizados con su obra, he aquí una muestra que me exime de cualquier otra explicación: 

Xuxa es hermosa.
Su cabello es hermoso
y su boca dice cosas hermosas.
Yo creo en su corazón.
Xuxa es hermosa.

(pueden encontrar otras excelsitudes por el estilo en el artículo que ha hecho circular Espósito, aquí)

Dejemos por el momento el asunto de si vale la pena invitar a un festival internacional a alguien que escribe como si tuviera cinco años o menos. Vayamos a lo que me preocupa más, que es el lobby y la legitimación de prácticas que poco o nada que tienen que ver con la poesía y que pretenden que quienes seguimos haciendo poesía "a la vieja usanza" somos unos retrógrados reaccionarios que "no entendemos nada". ¿Qué es hacer poesía a la vieja usanza -y no digo "vieja" en un sentido peyorativo, pues nos asisten dos mil años de práctica maravillosa y constante, por poner apenas un límite temporal? Es comprender que el ritmo (y ninguna otra cosa) define cabalmente un verso. Que un verso no es cortar las oraciones donde se me da la gana. Que hay una cadencia, un tono, una melodía. Que la metáfora existe y no es pecado usarla. Que los recursos retóricos no son piezas de museo (lo son únicamente en manos inexpertas). Que la poesía no es la cara bonita de la prosa. Que la poesía no es prosa disfrazada, ni renglones más o menos rimados. Que la poesía es una revelación, una epifanía, un darse cuenta, pero un darse cuenta abismal, ontológico. Que los consejos que le dio Rilke al joven poeta de marras allá lejos y hace tiempo todavía tienen vigencia. Que si queremos hablar de culos, tetas y pijas, o de gays y lesbianas, en nuestros poemas, haríamos bien en leer primero a Catulo que ya habló de todos ellos en el siglo I a. C. Que los burgueses ya no se espantan con poesía (ni con nada). Que si no vamos a corregir lo que escribimos, mejor ni nos gastemos en escribirlo. Que la creación (poética y de cualquier tipo) implica trabajo, oficio, laburo. Mucho laburo. Que escribir bien no es "ser legible" como sostienen estos dos lobbystas insoportables. Escribir bien es hacer que el lector quiera dar vuelta la página o ver cómo termina el poema, no cerrar el libro de golpe asqueado por las idioteces de jardín de infantes que le toca en suerte leer gracias a artículos y movidas como estos. Escribir bien lleva años de estar sentado frente al papel, la máquina de escribir o la notebook, quizás "perdiendo un año en una e", como decía César Fernández Moreno. Escribir bien, como todo juego, tiene reglas. Reglas que se mantienen inalterables a lo largo de los siglos. Reglas que por más que se quieran ignorar terminan imponiéndose (¿o acaso no saben estos iluminados que el lenguaje es fascista, cfr. Barthes?). Escribir bien no es nada de lo que estos imbéciles nos quieren hacer creer que es. Todos estos nabos snobs y posmodernos deberían recordar las sabias palabras que el jefe de redacción de uno de los diarios donde Hemingway hizo sus primeras armas pegó en un cartel: "Por favor, no se haga el artista". 
Eso. Por favor, si se va a hacer el artista, hágalo en otro lado, donde sus artistadas puedan tener algún efecto, donde alguien que no ha leído ni vivido nada pueda celebrarlas haciendo palmas y lobbys varios. Si se va a hacer el artista, no ensucie la palabra poesía con estas "geniales" chantadas. 
Artista se es y se es desde el comienzo. Los gestos "rebolusionarios" al estilo Duchamp caducaron inmediatamente después de que el mismo Duchamp los hiciera. Basta de mingitorios en el museo. Basta de poemas imbéciles, que no dicen nada, que no revelan ni la más mínima emoción estética (ni de ninguna otra clase, siquiera), que creen estar rompiendo todo cuando no hacen más que reproducir lo peor de nuestra sociedad: la falta de esfuerzo, la falta de mérito, el individualismo más masturbatorio y narcisista, la asquerosa idea de que no es necesario leer ni saber ni estudiar ni nada para dominar cualquier arte. 
Dije idea asquerosa, sí. Porque lo que leí en ese artículo me dio, fundalmentalmente, asco. Y bronca, mucha bronca. Y aquí lo dejo asentado. Abomino de esta supuesta vanguardia y sigo reivindicando a quienes calladamente, sin lobbys ni nada por el estilo, hicieron y hacen algo por la poesía. No hace falta nombrarlos, lo que hace falta es leerlos. Cada uno sabe quiénes son.
Por suerte, hay un dios al que nadie escapará, se llame como se llame y haga el lobby que haga: el Tiempo. Vamos a ver quién se acuerda de estas banalidades dentro de cinco o diez años. Por mi parte, espero que caigan en el más negro olvido. Ojo, no soy ingenua: sé que existe la tradición selectiva, sé que existe la hegemonía. Pero también sé que las obras verdaderas superan incluso estos escollos. Dos mil años de poesía así lo atestiguan.

24 de junio de 2010

Contra los lugares comunes, vía Arlt

No siempre son los poetas los que dan en la tecla. A veces, hombres que, según creemos, no escribieron ni un solo verso son los que dicen aquello que mejor se aplica a la hora de hacer poesía. No es desconocida mi absoluta admiración y fascinación con Roberto Arlt. Ya he escrito sobre él (aquí y aquí) y me propongo seguir haciéndolo. Pero hoy me sorprendió una vez más, como sólo los genios pueden hacerlo. Y si bien lo que dice puede aplicarse a muchas cosas, creo que en el caso de la poesía es crucial. De hecho, los poetas haríamos bien en encolumnarnos detrás de una proclama como la que sigue, en vez de seguir perdiendo el tiempo con reclamos y paparruchas pseudosociales o pseudoprogres que no vienen al caso: 

¡GUERRA AL LUGAR COMÚN!

Así es. La poesía tendría que ser el reino donde el lugar común no tiene, precisamente, lugar. O, si lo tuviera, sería un lugar muy acotado, preciso y ajustado: una vez cada tantos versos, o bien sólo en aquel poema que realmente necesite decir alguna perogrullez. En lo posible, sería de desear que el lugar común, ese fósil lingüístico del que nada puede extraerse ya a menos que se lo retuerza por completo, ni siquiera roce la poesía. No porque ésta sea un reducto "inmaculado" o "sacro", si no porque el lugar común atenta contra sus principios más básicos, contra la propia transgresión que es, que debe ser, que yo pienso que es la poesía (y el arte en general, desde luego).
Donde no hay transgresión, hay conformismo. Donde hay conformismo, hay, con seguridad, una sarta de lugares comunes que algunos trasnochados todavía piensan que es "poesía" o algo que se le parece bastante. Pero no quiero extenderme demasiado en declaraciones polémicas y flamígeras: pretendo que sea un maestro, un genio, el que hable por mí. Tras leer -y comprender en su sentido más profundo y cabal- lo que Arlt quiere decir en los párrafos que siguen se sabrá entonces por qué me produce tanto encono el lugar común y por qué trato, siempre, de combatirlo, especialmente cuando veo asomar su horrible cabeza en mi poesía. El lugar común es la muerte de todo arte, su mayor derrota, su más triste defección. 
Dijo Roberto Arlt en el aguafuerte "Necesidad de un 'Diccionario de lugares comunes'" (15 de septiembre de 1941) lo siguiente: 

"Para nuestro hombre, el lugar común es una especie de lenguaje convencional, que le permite no decir un montón de cosas sin comprometerse a nada personalmente. Más aún, le diría que en ningún momento histórico se apeló con más insistencia al lugar común que en nuestros días. Casi podría afirmarse que la base de nuestra civilización de clases es el lugar común. Fíjese que esto es tan verdadero, que no existe una filología general, sino la filología de un idioma determinado. Si nosotros empezamos a estudiar lexicografía de los idiomas modernos y a componer una estadística de los vocablos de uso social más común, comprobaremos con asombro que las palabras más empleadas por los hombres en las situaciones serias, son las palabras que analizadas científicamente hoy, ya no expresan nada.
(...)
Cuando un hombre habla el idioma de su pasión, de su desorden, de su odio o de su iniquidad, involuntariamente hace estilo. Cuando un hombre hace estilo, agravia, también involuntariamente, la falta de estilo de otros hombres. ¿Por qué el estilo es un agravio? Porque debajo del léxico, como decía usted, se encuentra un determinado edificio espiritual o psicológico. La mayoría de los hombres llevan en su interior monstruosas arquitecturas de juicios, construidas con ladrillos amasados de barro de lugares comunes, y la grosera fábrica en la cual habitan intelectualmente, se les antoja lujoso palacio. Cuando otro hombre, cuyo idioma no está ensamblado de lugares comunes les expresa realidades espirituales o psicológicas diferentes a las que ellos están acostumbrados a reverenciar, se les antoja que están escuchando a un ladrador de injurias; y entonces, odian atrozmente al hombre que por no expresarse con frases hechas, ofende sus convicciones con la fortaleza del estilo."

Roberto Arlt, Aguafuertes porteñas: cultura y política
Buenos Aires, Losada, 2003. Selección de Sylvia Saítta.

29 de abril de 2010

La poesía como proyecto espiritual

Ayer comprobé lo intimidante (pero también desafiante) que puede ser la poesía, sobre todo para aquellos que, por la razón que sea, no la frecuentan. Esos renglones cortados, en apariencia, de manera tan caprichosa, con ese aire de fragilidad tan intenso pueden, sin embargo, intimidar y amilanar más que todo un terrible bodoque de texto abstruso en prosa. La prosa calma, justifica, es políticamente correcta (sólo en apariencia, claro), es "lo normal". La poesía, con su disposición tipográfica diferente, sus metáforas y sus imágenes disonantes perturba, pone nerviosa a la gente, incomoda, es notoriamente antisocial (sólo en apariencia, claro) y es, decididamente, un misterio que se clava ahí, en la página, y que nos clava a nosotros en ella y no nos deja escapar, nunca.
Felices entonces los que nos recocijamos con ese maravilloso secuestro poético. Y lejos de ser una actividad antisocial, la poesía es la comunión más bella. Ayer mismo también pude comprobarlo. Desde hace ya un tiempo, estoy dando un taller de escritura en la Escuela del Pasaje Dardo Rocha de La Plata. Ayer decidí que había llegado la hora de leer poesía. Pero no sólo leerla y decir "me gusta" o "no me gusta" sino procurar hacer algo más con esos versos que nos reclaman, que siempre nos piden que hagamos algo, porque como ya se ha dicho hasta el hartazgo, poesía proviene del verbo griego poieo, que significa "hacer, hacer cosas con las palabras". Y la poesía es precisamente eso, un hacer algo sólo con palabras. Es, también, una manera de estar en el mundo y un proyecto espiritual, como dice el poeta español Juan Carlos Mestre, del que les copiaré algunas afirmaciones al final de este post.
Lo que me maravilló ayer es cuán grande es el poder de la poesía. A pesar de los miedos, los reniegos y los refunfuños de algunos de mis alumnos todos terminamos hablando de los poemas que leímos. Y hasta aceptaron de buen grado, si no todos algunos, la propuesta de escribir un poema a partir del primer verso de ese inexpugnable y maravilloso poema que es "Gotán" de Juan Gelman ("Esa mujer se parecía a la palabra nunca..."). A pesar de que había cosas que "no entendían", que "no les gustaban" y de que repetidas veces me preguntaron por qué le buscábamos tanto el porqué a lo que los versos decían, los poemas hicieron su trabajo y dejaron su (casi) imperceptible huella en todos ellos. Y aunque no pudieron despegarse de interpretaciones literales o lógicas sé que algo seguramente quedó tintineando en sus cabezas, porque la poesía también es eso, un eco que viene no se sabe de dónde y queda repiqueteando por allá, en alguno de los tantos recovecos de nuestra cabeza hasta que en el momento exacto nos ilumina, nos enciende, nos trasciende y justifica.
Y de ningún modo propuse yo buscar porqués inútilmente. Al contrario, quise invitarlos a dejar volar la imaginación en alas de la poesía, instándolos a que se preguntaran cosas como ¿y cómo será una mujer que se parece a la palabra nunca? ¿qué características tendrá? ¿por qué Gelman dice atención atención yo gritaba atención? ¿no es cierto que cuando uno ama y es amado caen a pedazos la furia y la tristeza y que cuando no es correspondido es como estar muerto en vida? ¿y a qué les recuerda esto? ¿no se parece a la letra de un tango, sólo que en vez de decir "percanta que me amuraste..." dice "esa mujer..."? y así por el estilo. Éstas son las preguntas que los poemas deben dispararnos: preguntas que nos permitan, a nuestra vez, hacernos más preguntas y quizás hasta escribir un poema intentando responderlas, como por ejemplo: 

Ese hombre se parecía a la palabra nunca
de los labios le nacía una partitura esmaltada
que se abría paso viboreando entre mis piernas
como un mar furioso y deslenguado

Atención atención yo remachaba atención
pero ya era tarde para cualquier amenaza
él me inflamaba de sangre las banderas
ese hombre se instalaba en las aguas turbias de mi pelo

Durante cierto tiempo conviví con los sonidos de la rompiente
y con las sombras que despedían las curvas herejes de sus manos
abrí todos los vientos en las alas brunas de su estigma
y procuré anclarme a cada uno de sus crueles otoños

Cuando se fue yo era un páramo vestido de rabia
y todas las agujas se clavaron juntas en mis costados
con un cuchillo tinto le di muerte a su noche
y a todos los vestigios que sin tregua lo nombraban

(29/04/10)

Sí, la poesía también es imitación y homenaje. Y es "un encuentro en el territorio de lo misterioso", como sostiene Mestre, quien también afirma: "la poesía tal vez sea la conciencia de algo de lo que no podemos tener conciencia de ninguna otra manera y, en contra de lo que se piensa, un poeta no es alguien instalado en el discurso de lo solemne ni en la dificultad de los significados; todo lo contrario, un poeta acaso no sea otra cosa que un taxista que lleva a la gente donde la gente quiere ir a vivir su propia vida".
¿Dónde quieren vivir ustedes su vida? Yo, sinceramente, en un lugar donde haya hombres que se parecen a la palabra pasión, encanto, seducción, regocijo y misterio; donde haya mujeres que se parecen a la palabra pasión, revuelo, orgasmo, eros, fuerza, piedad y nunca; donde los poemas se claven en la carne como los besos de aquel que amamos; donde las palabras canten por sí mismas y donde los poetas se dejen de mariconerías y bobadas y emprendan el verdadero camino hacia sus propios espíritus y vuelvan, como quería Rilke, sobre sí mismos, porque allí es donde reposa la poesía. 
Es lo más díficil, pero también lo más auténtico y desafiante.

Pueden leer la nota completa sobre Juan Carlos Mestre aquí.

21 de marzo de 2010

Con la excusa del "día de la poesía"...

... aprovecho para compartir aquí unos fragmentos de un texto que me llegó vía el taller de escritura creativa que estoy haciendo con Gustavo di Pace. Se trata de una nota publicada por el poeta y sacerdote Hugo Mujica en la revista Viva, aunque no sabría decirles la fecha. Como ya el año pasado me enojé mucho con esto de que la poesía tenga un día, hoy prefiero hacer algo diferente y regalar estas perlas de sabiduría concentrada que nos entrega uno de los poetas más maravillosos, a mi entender, de nuestra poesía actual. 

"La actitud esencial ante un poema, para que él nos hable, nos entregue su esencia poética, no es buscar sacar algo, sea una definición, un concepto o una respuesta, sino la de abrirse al poema como ante una totalidad, un mundo verbal que se conjuga en sí mismo, dentro de sí. Es saber que la poesía no describe al mundo, inscribe un nuevo  mundo, abre perspectivas, alternativas... Instaura nuevos sentidos, los crea.
Acabo de decir sentidos, no significados; la pregunta sobre qué dice la poesía no es la pregunta sobre el significado sino sobre el sentido, es aquello que no dicen las palabras pero se dice en las palabras, aquello que más que decirse hace que lo diga yo. No se trata de qué dice la poesía sino qué me hace decir sobre mí, sobre el mundo, la vida: no qué dice, sino qué enciende, qué alumbra.
Tampoco se trata de sacar algo de un poema, de quedarme con una idea, se trata de que me saque, me saque del mundo mental en que solemos encerrarnos. Me saque del mundo pragmático y utilitario para ponerme en otro lugar: ponerme en un mundo abierto, o en lo abierto del mundo que es lo que la poesía expresa, expresa y abre, expresa abriendo.
(...)
Un poema se lee como se escucha una sonata o como se mira el mar, sin para qué, no buscando que nos informe sino esperando que nos transforme. Para que la poesía se diga , en definitiva, no hay que entenderla sino dejarla resonar, abrirse a ella, y en ella, abrirse en el espacio que ella misma convoca con su propia voz. Realizar y realizarnos en esa actitud, que llamaría una enseñanza de la pasividad. Pasividad que, en su inacabable dilatación, culmina en una poética de la receptividad, culmina en la mayor y más difícil actividad: escuchar."

8 de agosto de 2009

¿Alguien le puede explicar a esta chica lo que es un poema?

A ver: hace rato que quería hablar de esta infradotada pero nunca se presentaba la oportunidad. Hoy, mientras estaba en el trabajo, una amiga me acercó la noticia: la Secretaría de Cultura de la Nación (nada menos) habría premiado (uso el condicional porque ahora parece que no es así) a la "vedette" (si me preguntan, vedette para mí era Nélida Lobato, incluso hasta Moria Casán en sus comienzos y no estas arrastradas de ahora, pero bueno...) Belén Francese, por (agarrensen de las manos porque esto es mor-tal) "incentivar a los adolescentes a la lectura y el arte posmoderno".
¡Mi Dios querido! ¿Qué carajo será el "arte posmoderno"? me pregunto compungida. ¿A qué se referirán con "incentivar a la lectura" si sus textos son meramente jueguitos de palabras propios de un niño de corta edad? ¿Y por qué sólo se refieren a una porción etaria tan inestable como los "adolescentes", quienes por regla general no agarran un libro a menos que sean emos o seres traumatizados desde pequeños? ¿Acaso alguien puede creer semejante barrabasada, semejante estupidez, semejante bochorno?
Y sí. Cuando se piensa en la barrabasada, estupidez y bochorno que se hizo para un evento tan magno y trascendental como la Feria del Libro de Frankfurt (donde en lugar de pensar en los representantes más obvios y preclaros de la cultura nacional, como 1) Borges, 2) Cortázar y 3) -aunque no es santo de mi devoción precisamente, pero pongamos- Sábato, se pensó en Maradona, Evita y no sé qué otras "figuras" más), no resulta extraño que a algún iluminado se le ocurra premiar a esta tirapetes, como diría un compañero de trabajo. 
Pero no perdamos precioso tiempo ni gastemos pólvora en chimangos. Ya se sabe que este país es una joda y que los dueños del circo siempre son otros (y son, básicamente, siempre los mismos). Si le quieren dar un premio a esta bi-neurona siliconada, esta Leuconoe (*) posmoderna, perfecto. Si es, como se dijo luego, una movida de prensa, peor aún, pero no es eso en realidad lo que a mí más preocupa (aunque todo esto me provocó una sensación de incredulidad mezclada con desolación e impotencia, y a la vez funcionó, a Dios gracias, como un incentivo más para perseverar en mi camino de la búsqueda constante de la superación, de la precisión, de la concisión, de la belleza y del saber...). Lo que más me preocupa es que alguien pueda llegar a creer que las pelotudeces rimadas que, supuestamente, escribió esta lumbrera de la calle Corrientes (me permito dudar que haya escrito ni una sola vocal, pero, bueno, no tengo pruebas...) es poesía. 
Y no es exagerado creer que eso es posible, porque en el imaginario de la gente, la poesía suele ser una cosa medio indefinible que, sin embargo, se destaca por la rima, un detalle menor, a decir verdad, pero inculcado seguramente por los años y años de machaque escolar con la maquinita ritmíca de la rima a cualquier precio. Y de eso es, en realidad, de lo que quiero hablar. Quiero contarles a todos aquellos que se aventuren por aquí que NO es la rima, ni siquiera son los versos, los que definen, técnicamente hablando, qué cosa sea un poema. Y aquí me veo ya a los supuestos irreverentes del verso, a los libérrimos poetas del sentimiento, a mis queridos poeñoños rasgándose todas las vestiduras con sus afiladísimas plumas al grito de "nadie puede definir qué es un poema, qué es eso de definir técnicamente un poema, no hay técnica en esto, no hay reglas, sólo el hondo sentir del sentimiento del poeta, blah, blah, blah". Bueno, queridos, bufen, y bufen mucho, porque sí hay reglas, sí hay técnicas, sí hay procedimientos y sí hay maneras de saber qué es un poema y qué no lo es, aunque, desde luego, persista siempre un halo de magia y misterio que escapará irreversiblemente a cualquier intento de definición (pero eso pasa con cualquier rama del arte y con cualquier cosa que, en última instancia, tenga que ver con el ser humano y lo que lo rodea). 
Vamos a clarificar un poquito la cosa. Cuando aquí yo hablo de poesía, me refiero siempre a la poesía lírica. Me refiero a los textos que pueden ser pasibles de ser definidos como textos poemáticos líricos y no como simples textos poemáticos o, bien, textos versificados. Porque el hecho de que un texto esté escrito en verso e incluso que rime NO significa, técnicamente hablando, que se trate de un poema lírico. Daré un ejemplo clarísimo: todos deben conocer esos versos que rezan "Treinta días trae septiembre / con abril, junio y noviembre...". Bien. ¿Es eso un poema lírico? No: es un texto poemático versificado. ¿Por qué no es un poema lírico? Porque no transgrede un esquema discursivo anterior. Lo que diferencia un texto "en verso" de un poema lírico es justamente eso: que el texto lírico siempre (y cuando digo siempre, quiere decir SIEMPRE) transgrede, subvierte, transforma, muta, retuerce, exprime, subleva y varios verbos por el estilo más, un esquema discursivo previo, cualquiera sea éste y de todos los modos imaginables: fonemática, sonora, espacial, semántica y sintácticamente hablando. Por eso "Poesía eres tú" de Bécquer es un poema lírico (porque retuerce o resignifica o refuncionaliza un diálogo entre un hombre y su enamorada) y no un texto versificado como sí lo es "Treinta días..." o las pelotudeces atómicas que publicó Francese. 
Entonces... cuando se entienda la diferencia entre una cosa y otra, se comprenderá también por qué suelo enojarme tanto con los poeñoños y por qué me da tanta pena ver que nadie o que muy poca gente se revienta el lomo laburando en sus textos, que casi nadie se toma en serio su oficio, que casi todos creen que esto de escribir es soplar y hacer una botellita atrás de la otra, todas siempre igualitas, como si fuera una fábrica de caramelos... No, señores: el poeta no es un reproductor asintomático de lo que ve, el poeta no es un periodista romántico que escribe versitos para conformar a los piqueteros ni es un héroe que cree que va a salvar al mundo ametrallando dictadores con poesía. 
El poeta apenas puede con su propia salvación y lo único que quiere cambiar es su propia forma de decir para poder decir aquello que le bulle en las entrañas como un ronco volcán del modo más claro posible (eso que, de todos modos, se le escapará, porque el lenguaje, que es su ÚNICA MATERIA, es intrínsecamente opaco, ambiguo y fascista, y nunca le permitirá decir lo que él realmente quiere decir..., pero no importa; el poeta, si es un poeta de verdad, perseverará, resistirá, eludirá todas las trampas, le pondrá a su vez otras al lenguaje y no cejará jamás en su intento). El poeta puede jugar infinitamente con las palabras y con el lenguaje e incluso permitirse rimas más pelotudas e infradotadas que las de Francese pero con la gran diferencia de que siempre se va a tomar muy en serio su quehacer, que no es otro que el de avivarnos, el de decirnos "carpe diem!" a cada instante, porque la vida es justamente eso, un instante y se va, ya se fue, ya pasó y nosotros, entretanto, ¿qué hicimos? 
Si alguna función debe tener el arte en general o la poesía en particular, creo que ha de ser esa: alertar de la fugacidad y de la belleza de la Creación. Y aunque todos puedan poner por escrito (que NO es lo mismo que escribir) sus impresiones al respecto, sólo aquellos que tengan el talento, el tesón y la resistencia necesarias lograrán transformar esas impresiones en algo trascendente, en algo que quizás (y sólo quizás) pueda ser digno de ser llamado arte algún día. 

(*) Leuconoe: del griego "leuco", blanco, y "nous", pensamiento. Traducido: "mente en blanco" (una forma fina de decir, gracias a Horacio, estúpida).

29 de julio de 2009

Contra los catadores de lo simple

Todavía sigo encontrando gente para quien es más importante qué se dice que cómo se dice. Es increíble pero aún persiste ese tipo de pensamiento, ya sea entre gente que escribe o entre gente a la que simplemente le gusta leer y no tiene ninguna otra pretensión artística. Por lo general, es la misma gente que adora a Benedetti y a otros sujetos por el estilo, esos poetas de la claridad prosaica, de la transparencia más anodina, de la "objetividad" copiada del discurso rimbombante de los noticieros. Debe ser, seguramente, un empeño vano hacerle entender a esta gente que la literatura es justamente todo lo contrario: la literatura es opaca de por sí, es similar a una bruma, una niebla, que deja entrever algunas formas y esconde otras; nunca pone todo en la superficie, nunca deja todo al descubierto. Pero, claro, cómo hacerle entender a un degustador de la falsa sencillez que eso no es lo que desde hace unos dos mil años (sólo para limitarnos a la nomenclatura occidental y cristiana del tiempo) se entiende por "literatura", o, en el caso que me obsede, "poesía".
Igual que los poeñoños, los catadores de lo simple protestan cuando un poema se las pone complicada, cuando "no se entiende lo que quiere decir", cuando "no está claro". ¿Pensaron estas personas que la poesía no es para ser "entendida" como se entiende un problema matemático? ¿Se detuvieron a pensar que la poesía es más bien para ser pensada como un dilema filosófico? ¿Se pusieron a investigar alguna vez las poderosas raíces que enlazan, como vasos comunicantes subterráneos, a la filosofía y la poesía? Seguramente no.
La poesía es, ante todo, un modo de estar en el mundo. Y frente a aquellos que reclaman la acción por parte del poeta (como si su hacer poético no fuera suficiente), sería bueno oponer la raíz etimológica de donde deriva todo esto: el verbo griego 'poieo' significa, primeramente, "hacer". Por tanto, el poeta está haciendo aunque no salga con un fusil a matar a los opresores, como muchos aún le reclaman, en pleno siglo XXI. Y frente a otros tantos que pugnan por una "literatura solidaria", como tuve el horror de leer no hace mucho en un foro poético, sería también interesante oponerles otra incontrastable verdad: no hay "solidaridad" alguna en el acto literario, más aún, en el acto artístico. El arte es gratuito, es inútil, no tiene que venir teñido de segundas, terceras o cuartas intenciones, el arte simplemente es y menos que menos tiene que venir a cumplir las funciones del estado o de quien fuera. El arte está ahí para avisarnos que el mundo no es como lo vemos a diario y por esa sola tarea ya está dispensado de hacer nada más. No necesita ser "solidario" ni "combativo" ni "revolucionario" ni ninguna otra cosa por el estilo, porque en su misma raíz, en su misma definición está presente la subversión del orden conocido y establecido.
Pero, claro. Vaya usted a decirle todo esto a alguien convencido de que no importa cómo se dicen las cosas (precisamente aquello que diferencia lo artístico de todo lo que no lo es), a alguien que todavía cree en la revolución, en el cambio y en otras ramas de la literatura fantástica. El cambio sobrevendrá cuando los "clarificadores" dejen de seguir reproduciendo la vida "tal cual es" en su prístinos y ñoños textos y comiencen a mostrar justamente aquello que no queremos ver, las heridas, las feas cicatrices, los momentos verdaderamente horrendos, las zozobras ínsitas del alma, los escozores, los temores, las tragedias auténticas, todo lo que el humano ser se especializa en barrer debajo de la alfombra. Es precisamente el arte, en todas sus formas, el que viene a desenmascarar todo eso, y lo desenmascara, vaya paradoja, con belleza, con erudición, con profundidad, con una cosmovisión detrás, no con palabritas adecuadas para los oídos de los bienpensantes y de las señoras gordas que todavía creen que la realidad es lo que pasa en la tele.

17 de julio de 2009

Hoy, imperdible!!! Maldita Ginebra strikes again!!!

Una poeta seria y respetada, irremisiblemente perdida por los vapores etílicos y otros de la tribu ginebrera!!! Una poeta seria pervertida por los espíritus insurrectos de Henry Miller, Cayo Valerio Catulo y el supremo Marqués de Sade va a leer sus tiernos, pudorosos y arrebatadores poemas probablemente sentada en las rodillas de uno u otro coordinador del ciclo, sólo porque no quiere quedar mal ni dejar de estar a tono. Entonces, este viernes, misa hereje en Maldita Ginebra!!! ¿Te lo vas a perder?

MALDITA GINEBRA
(la dama desdentada del Abasto)
CICLO DE POESIA EN EL ABASTO
Microfono libre.
Entrada libre y gratuita.
En: "Casa de Zenón el Andino"
Viernes 17 de Julio, a partir de la medianoche...
Corrientes 3416 (Corrientes y Gallo,
IMPORTANTE: cambió la entrada, ahora hay un kiosko,
estamos al fondo pasá
sin problema através del él,
el que atiende ya sabe...)

Corrieron una marathón? la San Silvestre?... No.
Jugaron la final de un campeonato “inter-barrios” y encima, fueron a los “alargues”?... No.
Entraron mamados a un bar donde festejaban los: “100% Lucha” y les dijeron:"Uds...? Uds…? Son todos unos miserables gorditos trolos!"?... No.
No... NO… nada de eso... solo hicieron: MALDITA GINEBRA y en el día después(sábado) están destruídos… demolidos… idos… las vías respiratorias comprometidas, los hígados grasos hechos de chicle, los músculos acalambrados, las miradas casi muertas, los culos rotos...
Pero como? Cómo es esto de que para hacer un simple: ”ciclito de poesía pedorra” se requiere tener un buen estado físico?... No... NO Algo anda mal. Algo no anda bien...

Erker y Urrus, atletas de las letras, los invitan al siguiente menú para este viernes 36 de Julio:
1.- Misa Hereje en M.G.
Nuestros amigos en Sinaloa (Sinaloa, México, ver: “saga ginebrera”, mails anteriores, en donde contamos que nos visitó el gran: “Flecha Dorada”, luchador mexicano venido a menos; forzado a escaparse de su México natal porque en un ataque de egocéntrismo, de suma vanidad sin límites de todo límite, no quiso “tirarse en el primer round” y le ganó al challenger de turno, haciéndoles perder mucha plata a “ciertos jefes locales”, sí… mejor no hablar de “ciertas cosas” no...?) – decíamos, “nuestros amigos”… - allá en el norte-profundo nos llamaron y nos dijeron: “Chavos… saben? nos cayeron en gracia Uds… Les tenemos una sorpresa. Sabemos que son amigos de guardar en formol algunas cosas, como: “la pata de Garquel” que nos comentaron que tienen, bueno… les mandamos: “la cabeza del primer chancho que originó la epidemia del H1N1!” en el mundo… Regalito nuestro, pa’ uds. gringos…”
Nos quedamos de una pieza…
Inmediatamente consultamos con nuestras pitonisas-brujas-sanadoras y etc etcéteras, en nuestro Abasto-base, y llegamos a una unívoca conclusión, éste era el mejor momento para exorcizar al demonio de la fiebre porcina en M.G.!
Por eso este viernes 17 de Julio, en una misa hereje al mejor estilo M.G.conjuramos a todos los dioses y demonios habidos y por haber, en el mundo y en los sub-mundos, para que el virus de la chancho-pandemia afloje, en nuestra ya de por sí castigada geografía Argentina…

MISA HEREJE EN MALDITA GINEBRA

http://www.youtube.com/watch?v=RODdaLvvmTY

Dirección: H.Urruspuru - Erker
Producción: Club Once Corazones de Gerli y su sub-comisión de Truco-dominó y cultura.
Guión: Pato Pasquini
Música: Albita de Tanti
Fotografía: Paiaso Crazy
Género: de Terror (o sea: "Bizarro-mal"... bueno, es lo que nos sale che, sino alquilate una de Tarantino, tarado...)

Cast

Ignacio Ciro Osorio como: “El sumo-sacerdote que oficia la misa”
Pato Pasquini como: "Sor Ethel, la llevadora de la vela-1”
Lucila Luly de las Mercedes, como: “Sor Raimunda, la llevadora-sopladora de la vela-2”
Erker como: “Llevador de la cabeza del chancho (incluye auto-flagelación, llanto, y masturbación en vivo)
Albita de Tanti como: “La lírica del Bel Canto" (incluye el “Ave María" de Goudnod y el de Shubert)
H.Urruspuru como: “Lector del misal-1, y pasajes, de poemas de Sor Juana Inés de la Cruz”
Coni como: “Lectora del misal-2 y pasajes, de poemas de Sor Juana Inés de la Cruz”
Anselmo Maciel como: “El que le da de palos hasta hacerle salir el alma de entre las carnes al Rey Larva" (el momento más tenso de la obra...)
Y Richi "Matafuego" Pantuzzo como: “Richi "Matafuego" Pantuzzo"

Chancho... vas a sufrir...

Imperdible… no falten!
2.-Presentamos a: La Consecuencia de la Ciencia Ficcion
Es un trio conformado por musicos pentatónicos, recientemente emancipados de bandas raras que merodeaban el under local.
Ellos son Ignacio Camueira (en guitarra y voz) y Mario Gonzalez (en bateria), ambos ex-miembros de "Los Niños Perdidos", y Jean Paul Gambarotto (en el bajo), ex-miembro de "El Ejercito de las Tinieblas".

3.- Serie: Homenajes en vida! Hoy: “Richi “Matafuego” Pantuzzo”. Incluye anécdotas, poemas, desnudos, y descorches varios de tintos a lo largo de la noche... (lo acompañan David en guitarra, y Urrus en vientos)

4.- El flanco tambaleante de la poesía, queda cubierto/protegido con la presencia de:Analía Pinto

Mini-bío: ANALÍA PINTO
Poeta, escritora, correctora, periodista cultural de a ratos, blogger y estudiante de la carrera de Letras en la Universidad Nacional de La Plata. Editó y dirigió el boletín literario La Granda Milito, distribuido por e-mail a más de 500 suscriptores entre 2003 y 2006. Publicó en diversas antologías de poesía, en revistas y sitios de Internet como El Interpretador, Axolotl, Letralia, Al Margen, Adamar, Fin y Los Nóveles. Participó en la redacción y confección del Diccionario de Autores Argentinos (2007), proyecto cultural patrocinado por Petrobras Energía S.A. Obtuvo numerosas menciones en concursos literarios, de las que se destaca el Primer Premio en el Quinto Concurso Internacional de Cuento y Poesía “Hespérides”, origen de su primer libro de poemas, Peaches en Regalia (Hespérides, La Plata, 2008). Actualmente se desempeña como referencista del SeDiCI (Servicio de Difusión de la Creación Intelectual) de la UNLP, es colaboradora free-lance en la agencia de noticias independiente ANSud, coordina (junto con los poetas Adrián Bet, Karina Sacerdote y Carlos Roldán) el ciclo de poesía "Vientos Contrarios", y concurre al Taller de Corte y Corrección del escritor Marcelo di Marco.

mi cuerpo aún baila

-mudo-

empuña en sus manos lo que quedó

lo revolea

espolea aún más su curvatura con el roce del pelo

expulsa

expone grita alza llama

y huye después

sorprendido

atónito por los recuerdos que lo sitiaron de nuevo

sin su consentimiento

5.- Y nuevamente la música de: Santiago "mi negro" Araya (+Osky en bajo) y Juana Chang... ginebreros-base, hermanos que vuelven de la noche de los tiempos...

Hacen M.G.
Ficha técnica.
Des-Conducción: H.Urruspuru (el poeta más triste del mundo) & Sr. Erker (poeta verdulero-swinger)
Conducción Musical: Berni y la Burundanguen Blues Band
Asisten, las guitarras veloces y aflamencadas de Adrián y Krosty.
Segunda línea: Anselmo Maciel, Toto del Abasto, Zenón el Andino.
Tercera gloriosa línea: Pato - Alba - Lucila - Cony

10 de julio de 2009

Lean y aprendan, con Joan Margarit

Las palabras que siguen, extraídas de una nota sobre el poeta catalán Joan Margarit, tienen, a mi entender, no sólo gran sensatez sino una gran enseñanza. Por eso, lean y aprendan:

El Premio Nacional de Poesía 2008 acaba de publicar Nuevas cartas a un joven poeta (Barril & Barral, Proa, en catalán). Un volumen no apto para los que esperen encontrar el aliento necesario para convertirse en poetas. "La poesía no regala nada. Los poemas malos son residuos, ensucian el mundo y no son ni inocuos. Ser poeta es una decisión muy grave, muchos se la toman a coña porque son jóvenes, pero luego ves a hombres que pasan de los 50, amargados y cascados que llevan toda la vida escribiendo malos poemas. Si decides ser poeta, tienes que ir a por todas", argumenta el maestro.

A los que quieren penetrar en el laberinto de los versos les brinda dos recomendaciones: conocer a los clásicos y copiar muchos poemas a mano. En su caso, los de Neruda fueron una obsesión. "Fue el vicio de mi juventud, pero Neruda hizo mucho daño... El poeta debe entrar en los maestros pero también debe saber salir, como en los temas amorosos. Querer mucho una cosa es querer una repetición. Enamorarse es la esperanza de que tú y yo hagamos algo repetidamente sin cansarnos. Sin la repetición, el acto amoroso no existe. Y eso es lo que pasa con la poesía. Neruda es un gran seductor, y si te enamoras de un seductor lo pasas fatal. Neruda es un río de posibilidades y no me liberé de él hasta que le encontré el punto flaco", dice antes de un breve silencio para tomar aire.

"Neruda tuvo una hija discapacitada. En 1936, cuando estalló la guerra, aprovechó para mandar a Holanda a su mujer y a la niña. Lo hizo porque estaba liado con Delia del Carril, la pintora argentina. Y ahí me dije: Joan, esto no funciona. Un hombre que no se ha dejado ni las papeleras, que ha hablado de Stalin y ha escrito odas a todo, ¿no se acordó de esa niña?. Esa es la grieta. Después de Neruda, ningún otro seductor me hizo sufrir", confiesa risueño. Así es Margarit, capaz de desvelar el misterio del amor a la vez que desarma a Pablo Neruda.

Si algo me hacía falta para que Neruda terminara de caerme antipático era enterarme de algo así. Concedo en que ha escrito un puñado bastante interesante de versos para recordar y hasta algunos poemas muy buenos, pero en general me parece un poeta bastante limitado y el fanatismo que produce en la gente que no escribe poesía se me hace tan sospechoso como el que le profesan al finado Benedetti...